A lo largo de mi trayectoria profesional he comprendido que el verdadero liderazgo no se mide por los títulos o los cargos, sino por la capacidad de escuchar, aprender y conectar realidades para generar transformación. Participar en espacios de reflexión regional como la Escuela MOST de UNESCO ha representado para mí una oportunidad invaluable para fortalecer esa visión: la de un liderazgo que une el conocimiento académico con la acción en los territorios.

Estos encuentros trascienden el intercambio técnico. Son espacios donde convergen las experiencias de quienes trabajan desde distintos contextos —rurales, urbanos e institucionales— para construir respuestas integrales frente a los desafíos sociales, económicos y ambientales que enfrenta Centroamérica. En ellos he confirmado que la innovación no siempre surge de la tecnología, sino del pensamiento colectivo, el diálogo y la empatía.

Como profesional, he tenido la oportunidad de acompañar procesos de formación, empoderamiento y diseño de estrategias locales, integrando metodologías que permiten a los equipos transformar ideas en acciones sostenibles. Cada aprendizaje, cada conversación y cada mirada compartida en estos espacios me han reafirmado en una convicción: el desarrollo humano sostenible comienza cuando el conocimiento se traduce en impacto real.

Formar parte de iniciativas como MOST me ha permitido seguir cultivando una visión más amplia del trabajo que realizo: una visión que reconoce la importancia de conectar la investigación con la práctica, la política pública con la comunidad, y el pensamiento global con la acción local.
Este equilibrio es, sin duda, uno de los pilares más sólidos de mi crecimiento profesional.

El liderazgo del futuro será aquel que inspire, que escuche y que construya desde la colaboración. Y en ese camino, sigo aprendiendo, compartiendo y contribuyendo, convencido de que cada paso hacia la transformación comienza con un acto consciente de servicio y propósito.